Comentario
Como otros artistas de El Paso, Saura tomó temas españoles para presentarlos desde una óptica radicalmente nueva y profundamente crítica. El poder en España hacía abuso de una serie de personajes y épocas en las que cifraba la esencia de lo español: Carlos V, el imperio, Isabel la Católica, Velázquez, los tercios de Flandes, Cervantes, etc. Tópicos que usaba, y de los que abusaba, en su propaganda nacionalista (libros escolares, publicidad...). El Paso y Saura toman esos mismos motivos y los presentan en su aspecto más feo, desagradable, agresivo y monstruoso; lo que para los estamentos oficiales era laudatorio para ellos se convierte en motivo de crítica: su serie Curas, sobre uno de los pilares de la estabilidad en la posguerra -la Iglesia- o los Crucificados, que presidían las aulas de los niños en las escuelas y que Saura interpreta a su manera, o sus retratos de Felipe II, símbolo del imperio y la grandeza de España, para quien Millares hace un Sarcófago (Sarcófago para Felipe II, 1963, Cuenca, Museo de Arte Abstracto) o el Inquisidor de Chirino (Inquisidor I, 1962, Colección particular), escultura parlante de otra institución de la España imperial.Sus monstruos no sólo proceden de la Historia. Saura conoce a fondo el arte anterior a él y lo utiliza, pero no tiene prejuicios a la hora de usar imágenes de la cultura de masas: fotografías de revistas con actrices, a las que somete al mismo proceso de deformación al que somete a sus propias fotografías. La sexualidad -la "pornografía negativa" la ha llamado Aguilera Cerni- ocupa otro de los lugares cruciales en su obra y él, que ha escrito mucho ya desde los años cuarenta y es un gran crítico de arte, ha sabido ver mejor que nadie la carga oscura de sexualidad que hay en otros artistas aparentemente ingenuos y aptos para menores como Miró.